Dicen que la vida es como una partida de cartas (de mus, por ejemplo). Alguien reparte naipes y con esa baza nos toca jugar. Si la suerte nos es esquiva podemos criticar al que reparte llámese Dios, Destino, la-probabilidad-cósmica-de-estar-vivos… o cualquiera otro al que nos apetezca atribuir la responsabilidad, pero no podemos (o no deberíamos) retirarnos de la partida. En ocasiones, se nos permite darnos mus y tentamos a la suerte en busca de mejores cartas buscando un giro radical en nuestra vida; a veces con éxito, otras no. En cualquier caso, toda baza tiene su juego; lo que nos exige estar extremadamente atentos a la partida y a las señales de lo adversario y, sobre todo, a no dejarnos camelar por los envites infundados. Por eso, si la realidad nos envida; a veces conviene «Envidar más…»