Esta mañana, paseando hacia el despacho, el modo aleatorio del ipod me deparaba una sorpresa. La estupenda canción «Tears in Heaven» de Eric Clapton, dedicada a su hijo Conor que falleció accidentalmente a los 4 años. He escuchado esa misma canción cientos de veces pero nunca como hoy. Después de una par de meses en Cambridge sin ver a mi hijo, la canción me ha sacudido. No sé cómo es capaz de cantar esas estrofas sin que se le quiebre la voz. Esto me recuerda la única frase que he memorizado inmediatamente después de leerla en un libro: «El paisaje es un estado del alma» de la Caverna de José Saramago. Como dice un buen amigo mío, que me enseñó el significado de la palabra «hermenéutica», la vida es capaz de sorprendernos y maravillarnos a cada instante, sólo hace falta estar atento. Pero, ¿quien tiene tiempo para estar atento? Andamos con lo sentidos embotados y una empanada mental descomunal, confundiendo lo «contingente con lo necesario», como dirían en «Amanece que no es poco». Una pena.