El daño que no vemos cuando consumimos…

Nos advierte, el filósofo Peter Singer, que quizá no estemos preparados moralmente para la globalización. ¿Nos hemos planteado alguna vez que encender el coche -con la liberación de gases de efecto invernadero que conlleva- puede causar daño a ciudadanos en el oro confín del planeta? Ciertamente tenemos dificultades en percibirlo como un daño, pero quizá su consecuencia no sea tan diferente de declarar una guerra sobre las personas más vulnerables ante el cambio climático. Quizá es porque históricamente hemos desarrollado principios éticos basados en ayudar al prójimo -nuestra comunidad- y en la obligación moral no dañar al otro -extranjero. Y en un mundo de relaciones interpersonales quizá hayan sido suficientes, pero la globalización cambia cualitativamente ese escenario.

El mismo análisis del daño que hacemos con la emisión de gases de efecto invernadero podría realizarse con nuestras pautas de consumo y el trabajo precario que genera, sin que seamos conscientes.

Eso es lo que hemos tratado de cuantificar en el reciente artículo publicado en PLOS «Unmasking social distant damage of developed regions’ lifestyle: A decoupling analysis of the indecent labour footprint» y en formato divulgativo y en castellano en the conversation .