Se ha repetido muchas veces que en lo que llevamos de democracia, en nuestro país, las elecciones nunca las gana la oposición sino que las pierde el partido en el poder. Así ocurrió con Felipe González, que realmente no entendió el mensaje de las urnas del 1993 y perdió los comicios frente al Aznar del «váyase señor González«; quien a su vez los perdió frente al Zapatero del «no a la guerra»; quien a su vez los perdió Frente al Rajoy que le reclamaba «reconocer la crisis» . Ni Aznar, ni Zapatero, ni Rajoy ganaron las elecciones, sino que la ciudadanía soberana mandó al partido gobernante a la oposición, bien por la insostenible corrupción y el régimen clientelista de un partido que tentacularmente llegó a confundirse con el Estado, bien por la soberbia de meternos en una guerra a la que no queríamos ir, bien por la incompetente gestión de una crisis económica que no se quiso ver.
Personalmente creo que en estas elecciones se vuelve a cumplir esa regla no escrita de nuestra democracia. Pablo Iglesias adoptó la figura institucional de presidente «in pectore» y cómo tal articuló la campaña electoral. Se sintió seguro habiendo sometido a IU, aupado por las encuestas y por una Ley electoral que ahora sí le iba a ser favorable. Ofreció vicepresidencias al PSOE, referéndums por doquier y pintó líneas rojas hasta quedarse sin tinta. Además, se hizo socialdemocrata. Todo apuntaba bien. La Moncloa le esperaba, al igual que lo habían hecho las plazas llenas de indignados. Pero el electorado, de nuevo, se mantuvo fiel a su principio: castigar al presidente y al gobierno que, con soberbia desconecta de la sociedad y de los problemas reales de la gente y se cree que que todos los demás están equivocados. Le pasó a González; le pasó a Aznar, le pasó a Zapatero, le pasó a Rajoy en diciembre y, ahora, le pasa a Pablo Iglesias. Su personal tragedia es que «in pectore» no es los mismo que ostentar el cargo real. Podríamos decir que ha sido el primer presidente 2.0; ha creído ser presidente sin serlo y le han echado del cargo como a todos los anteriores. Nada nuevo bajo el sol.
Lo que sí es real es que pudo mandar a Rajoy a hacer senderismo por esos mundos de Dios; y no lo hizo. Que pudo haber calculado el mínimo común múltiplo con PSOE y Ciudadanos y haber contribuido la regeneración en una legislatura corta; y no lo hizo. Que pudo…; y no lo hizo.
Una última reflexión: Que el principal granero de votos de los independentistas catalanes sea el ínclito Mariano Rajoy y que el principal granero de votos de del ínclito Mariano Rajoy sea Pablo Iglesias es algo que sólo puede pasar en este país.