He de reconocer que de mis años de EGB (ahora tan de moda) me quedan pocos recuerdos nítidos de lo que allí aprendí; sabría localizar ríos y cordilleras más por haberlos recorrido a lo largo de los años, que por recordar fijarlos en aquellos mapas físicos de multicopista en blanco y negro. No obstante, hay un algunas cosas que si se grabaron indeleblemente en mi memoria, entre ellas «la canción del pirata», con su evocadora visión aventurera, y el mínimo común múltiplo (MCM) y máximo común denominador (MCD), de nombres tan rimbombantes que, por aquel entonces, me parecían el súmmum de la ciencia. Es cierto que volví sobre ellos innumerables veces en bachillerato y Universidad; pero lo que permanece fijo en mi memoria son aquellos iniciáticos cálculos en libreta cuadriculada, con lápiz bien afilado y refondeados números, que bien quisiera tener ahora. Y de los dos, el que más me gustaba era el MCM; me parecía fascinante que hubiera un «número» que los demás pudieran tener en común.Pues bien, en esta larga etapa post-electoral -que más bien parece de pre-campaña- no puedo quitarme el concepto de MCM de la cabeza.
Me parece un despropósito monumental que tengamos que volver a repetir las elecciones. Es cierto, que los políticos se encuentran más a gusto con mayorías estables (ni digamos si es absoluta) para poder cumplir/incumplir con tranquilidad cuatrianual su programa electoral. Pero quizá ese es un «paraíso» perdido. Los sondeos indican que los resultados no serán muy diferentes a los actuales y los pactos serán necesarios. Por ello, no puedo entender que habiendo sustanciales e importantes cosas en común entre los bloques políticos no decidan fijarse, por el momento, sólo en lo que les une, dejando para futuras convocatorias electorales aquellas otras propuestas más propias. Pues nada de eso, nuestros políticos se empeñan en la vía maximalista y en el «yo-contigo-no-voy» con independencia de que coincidan en las mínimas cuestiones básicas. A mi juicio, prima el postureo estratégico-político para contentar a los propios, sin importar el interés general y el hartazgo ciudadano. En particular es una pena que teniendo tantos puntos en común que el bloque PSOE-Ciudadanos-Podemos no hayan sido capaces de articular un acuerdo de gobierno que permitiera una «legislatura corta» en la que abordar las cuestiones básicas y urgentes en las que todos estamos de acuerdo. 2 años serían suficientes para aprobar unas leyes de contenido REGENERADOR que devolvieran a la ciudadanía la confianza en lo público y en las posibilidades de el esfuerzo conjunto. Cuestiones como dotar de mayor independencia a la justicia y a la radio televisión pública, hacer más transparente la administración, potenciar las libertades civiles y la protección a los más desfavorecidos y, en definitiva, regenerar la vida pública… son elementos que unen a los tres partidos; son un MCM que podrían llevar a cabo en una legislatura de urgencia y con gran legitimidad social.