¿Y si soy más rico de lo que pienso?… Comparativamente hablando

 Decía Keynes que «El problema político de la humanidad consiste en combinar tres cosas: eficiencia económica, justicia social y libertad individual”. Todas ellas deben desarrollarse paralelamente y en la proporción adecuada para evitar un crecimiento atrofiado de la humanidad. La eficiencia económica sin justicia social genera sociedades desiguales y «cuartos mundos» que son la vergüenza de las sociedades capitalistas avanzadas. La eficiencia económica sin libertad individual está relacionada con dictaduras y colectivismos que anulan la importancia del individuo sacrificado al bien de la comunidad (Ex-URSS o la China actual). El mismo sinsentido colectivista se da en situaciones de justicia social sin libertad individual (Cuba). La combinatoria a que da lugar los anteriores tres aspectos es múltiple. Habrá quienes defiendan la riqueza y el crecimiento económico por encima de todo lo demás, pues alcanzando éste lo demás viene dado. Para otros, es preferible menores crecimientos económicos pero más repartidos, pues el sufrimiento y explotación humana no compensa.
En cualquier caso el problema que plantea Keynes es pertinente en un día como hoy, dedicado al trabajo. Realmente, si lo pensamos despacio, el trabajo es uno de los factores determinantes en la solución del anterior problema. Un capital humano competitivo y trabajando (no en el paro) hace a un país más eficiente, lo que permite distribuir las ganancias de dicha eficiencia a través de los salarios y de mecanismos de protección social que, a su vez, permiten al ciudadano afrontar con autonomía y libertad sus proyectos vitales. Todo encaja, ¿no?. Pero la realidad dista mucho de ser así: hay desempleo masivo, explotación laboral y falta de libertades, escandalosas distribuciones de la riqueza… También hay sólidas clases medias, con trabajos adecuadamente remunerados y escenarios vitales que permiten una vida digna y libre, pero, desde luego, la mayoría de los más de 6 mil millones de habitantes del planeta no se encuentran en esas islas de bienestar, ni tiene fácil acceso.
Podríamos preguntarnos ahora, ¿dónde nos encontramos nosotros? Aunque la pregunta tiene un elevado componente subjetivo, el aspecto económico-monetario también es importante y una comparativa, en este sentido, no viene mal para reflexionar sobre «lo afortunados» que podemos ser. En Global Rich List, puedes ver cómo de rico comparativamente eres entre todos los habitantes del planeta.
Luego me cuentas.