Tenía algo (o mejor mucho) olvidadas las figuras literarias retóricas; pero estos días ando dándole vueltas al «Oxímoron»; aquella en la que se utilizan dos conceptos de significado opuesto para generar un tercero que, en principio, se manifiesta como absurdo y bien obliga a una interpretación metafórica o bien introduce un concepto nuevo. Se utilizó mucho por los clásicos para hablar del amor «hielo abrasador, fuego helado» (Quevedo) y por los místicos «La música callada, la soledad sonora» o «que tiernamente hieres» (San Juan de la Cruz). Algunas de estas figuras generan más asombro que admiración poética; en la línea de la famosa «inteligencia militar» que acuñara Groucho Marx, como por ejemplo: «Tolerancia cero»; «Ciencias Ocultas»; «Sociedades Unipersonales»; «Realidad Virtual»; «Copia Original»; «Guerra Santa»; «Luchar por la paz»…
Habría que añadir a la lista uno que recién ha nacido con la actual crisis financiera: «Austeridad Expansiva» (Expansionary Austerity) que vendría a decirnos algo así como que los recortes estimulan el crecimiento, pues la ortodoxia fiscal da confianza a los mercados que, en definitiva, son los que financian las inversiones. La deflación salarial y la contracción del Estado del bienestar serían las consecuencias inmediatas del Oxímoron. Esta corriente intelectual se manifiesta como dominante en la gobernanza económica mundial y europea. Sobre las consecuencias no hace falta que me extienda, pues todos las estamos viviendo. Me parece, sin embargo bastante sorprendente, que incluso en el olimpo de la ortodoxia económica, la Reserva Federal siga apostando por políticas monetarias expansivas con una inyección mensual de 40.000 millones de $ hasta que se vea la luz al final del túnel. Aunque por estas tierras siempre nos caracterizamos por ser más papistas que el papa.
No sé si en estos momentos podríamos aplicar la máxima de que persistir en el error es errar dos veces o como dijera más poéticamente Cicerón: «De hombres es equivocarse; de locos persistir en el error». Si tras 5 años de crisis y 3 de durísimo ajuste, los «brotes verdes» sólo aparecen en la imaginación de unos cuántos, ¿no querrá decir que realmente la «austeridad expansiva» no es la solución?. Al final, indudablemente, saldremos de la crisis, pero puede que el camino de la «austeridad fiscal» no haya sido el atajo transitable que nos devolviera antes a la senda del crecimiento, sino un camino de cabras que nos está destrozando el vehículo. Con el agravante de que cuando consigamos incorporarnos de nuevo a una carretera normal, tendremos un vehículo destrozado y sin recursos para cambiarlo.
Ps.- Por cierto lo opuesto al despilfarro no es la austeridad, sino la gestión eficiente y honesta de los recursos públicos. El que tengamos serias dudas sobre nuestra clase política para hacerlo, no quiere decir que no sea posible.