Para deformar un muelle es necesario dos fuerzas en sentido opuesto o bien que un extremo esté fijo. Esta imagen puede ser ilustrativa de las tensiones que está sufriendo la Unión Monetaria Europea. De una parte, Alemania se mantiene firme en su posición de control de la inflación y exigencias de disciplina fiscal (extremo anclado). De otra los, con muy mala leche denominados PIGS, se han visto sometidos a fuertes presiones especulativo-financieras en relación con la deuda soberana (extremo que estira). Ahora bien, si el muelle finalmente se deforma, ¿a quién habrá de atribuirse la culpa? Es cierto que no se deformaría si se redujese la fuerza que estira, pero también si el extremo anclado se moviese un pelín. ¿Que tal un poquito de inflación en Alemania para aliviar la tensión?
Alemania ha apostado claramente por tirar para adelante ella sola y beneficiarse de su enorme competitividad y de la inelasticidad de buena parte de sus exportaciones, con lo que un Euro fuerte no le hace mucho daño; más bien le beneficia pues aumenta sus ingresos exteriores. No obstante, la credibilidad de la unión monetaria le afecta y ha centrado todos sus esfuerzos en la disciplina fiscal de los países del Sur. El pacto de estabilidad y las reformas laborales se han convertido en el principal caballo de batalla de Angela Merkel. Que no digo yo que no. Pero las tensiones sobre el Euro, no sólo provienen de la debilidad fiscal (realidad objetiva) amplificada por razones financieras (realidad especulativa) de los países del sur más Irlanda, sino también de su apreciación como moneda internacional debido a las exportaciones alemanas, lo que dificulta aún más el cuadro macroeconómico de estos últimos, pues encuentran mayores dificultades para exportar.
Solución: pues un poquito de inflación alemana por encima de la media europea no vendría nada mal. Pero claro con este cuento no se puede ir al BCE, tan ortodoxo, disciplinado y germano él. Además, puede que nos encontremos con el peor escenario posible, inflación importada en Alemenia por los incrementos de precios de sus importaciones Asiáticas; es decir, inflación importada y no derivada de una política monetaria expansiva.
En definitiva, en el caso de las tensiones del Euro, que cada palo aguante su vela.