Teatralidad, procedimientos de creación y configuración de la identidad en la práctica escénica de Andrés Pérez Araya

Ana Harcha Cortés. Tesis doctoral

Universidad Politécnica de Valencia, 2010.

Dirección: José A. Sánchez

Tesis enfocada en el tratamiento de parte del trabajo escénico realizado por Andrés Pérez Araya (1951-2002), durante los primeros años de la transición democrática chilena (1988-2002) momento en el cual Pérez materializa su trabajo más representativo como director (parte importante junto al Gran Circo Teatro, compañía que fundó en 1988, luego de su estancia de varios años en el Théâtre du Soleil); y también el momento en donde se asiste a lo que se ha llamado el «retorno a la democracia» (luego de los diecisiete años de dictadura comprendidos entre 1973 y 1989) situación que movilizó, de forma evidente, los campos de percepción y relación de la propia comunidad respecto a parámetros de reconocimiento como lo nacional, lo histórico, lo político, o lo cultural.

Dentro de este marco general la investigación busca realizar una indagación teórica respecto a cómo se configuró el vínculo simbólico de conexión identitaria con la comunidad, desde la práctica escénica desplegada por Andrés Pérez Araya, en el período comprendido entre el momento en que se estrena La Negra Ester, en 1988, y la realización del rito de velatorio y funeral del mismo creador, quien falleció en enero de 2002.

La hipótesis central de la investigación postula que a partir de su práctica escénica, tanto la tradicionalmente teatral (montajes de obras), como la de sus prácticas expandidas (realización de rituales, de fiestas, de performances), Andrés Pérez Araya creó todo un complejo y rico entramado de lecturas y acciones que rescataron y visibilizaron diversas formas de reconfiguración de la identidad, alternativas a los discursos representacionales que constituían el discurso hegemónico proveniente de las diferentes configuraciones de poder dominantes en el contexto en el que le tocó accionar. Reconfiguraciones de identidad directamente relacionadas con un rescate de lo local, con lo popular, con la fiesta (urbana y rural), con un uso alternativo de los lugares de la representación y la ciudad. Conjunto complejo que constituiría una política de construcción de cuerpos escénicos e identitarios, y de acción de los mismos, más allá de los cánones predeterminados.

Pregunta e hipótesis sobre la práctica escénica y la identidad que se confronta con algunos conceptos ineludibles respecto a un estudio del trabajo de Andrés Pérez, así como si se quería generar un discurso cultural desde lo escénico para el contexto chileno, como: observación de su ejercicio en relación al contexto histórico-social en que se desenvolvió; comprensión y posicionamiento respecto a categorías asociadas al problema de la identidad, como lo popular, lo nacional, lo folclórico, lo marginal, lo masivo, así como a los conceptos de transculturación e hibridación cultural; comprensión y posicionamiento respecto a teorías contemporáneas que establecen una relación crítica con el proyecto de la modernidad, así como de la concepción de lo político; y por último, en términos generales, a la cuestión de los límites fijos o móviles que se advierte en la pregunta respecto a ¿qué es lo teatral?, asunto que conduce también a adscribir al concepto de teatralidad para referirse a las prácticas escénicas estudiadas, dado que lo que convencionalmente se comprende como «teatro» parece resultar en extremo acotado.

La tesis se estructura como un ensayo teórico, dividida en cinco capítulos, además de introducción y conclusiones.

Texto de José A. Sánchez sobre la tesis de Ana Harcha:

Ana Harcha ha concluido su investigación sobre la obra teatral de Andrés Pérez Araya. “Teatral”  en un sentido amplio, porque Pérez no solo produjo teatro, sino que también usó el teatro para hacer pública su identidad y para invitar a otros a unirse a él en diferentes iniciativas con las que pretendía intervenir lúdicamente en el nuevo contexto político de la transición democrática en Chile. El teatro fue un medio para celebrar la conquista de la libertad, para participar activamente en la recuperación del espacio público y de la esfera pública y para mostrar la complejidad de la identidad chilena, que la dictadura de Pinochet y el consiguiente neoliberalismo trataron de borrar.

En cuanto joven actriz y dramaturga, Ana Harcha pudo asistir a alguna de las representaciones tardías de obras de Pérez, pero a ella le interesó especialmente el trabajo que había hecho en la calle a principios de los ochenta, cuando la autora era apenas una niña. Pérez era bien conocido por su paso por el Théâtre du Soleil y colaboración como actor con Ariane Mnouchkine y Helène Cixous en L’indiade (1987), en la que interpretó el papel de Gandhi, así como por su trabajo como director con el Gran Circo Teatro, una de cuyas obras más celebradas fue La Negra Ester (1988). Lo que muy pocos conocían fuera de Santiago, y muy pocos consideraban una actividad artística en Santiago, es lo que podríamos considerr su activismo social: las actuaciones de travestismo, las fiestas Spandex, el ritual de la purificación del Estadio Chile, sus tentativas para organizar un teatro popular en las bodegas Matucana, o incluso la celebración pública de su propio funeral.

En su obra, Ana Harcha pone en paralelo biografía e historia, análisis y reconstrucción de la representación (con descripciones detalladas e interpretaciones de La negra Ester y del Canto libre: hagamos brotar el momento, 1991) y despliega un amplio abanico de herramientas conceptuales para comprender la obra estética y vital más evasiva de Andrés Pérez: sus prácticas de travestismo y celebración. Las producciones y las prácticas teatrales, pero también la vida misma de Andrés Pérez se convierten en caso de estudio para investigar la teatralidad de la sociedad chilena del momento en diferentes niveles, las tentativas de construir una nueva cultura y un nuevo sistema político, aún bajo la vigilancia y la herencia de quienes habían sido agentes de la dictadura, pero también de proponer identidades alternativas.

Situando su trabajo en el ámbito de los Estudios Culturales, Ana Harcha descubrió nuevas potencialidades en un tema que al principio estaba solo relacionado a un interés personal, artístico y dramatúrgico. Descubrió problemas relacionados con la memoria y la sociedad de una época, cargada de esperanza y alegría, pero también de resistencias y contradicciones, que aún afectan al presente. Buscando la forma, encontró la experiencia. Tratando de reconstruir lo que ocurrió, encontró personas, testigos, amigos y amantes de Pérez. Sólo dejándose implicar en la red afectiva que fue capaz de reconfigurar consiguió realizar su trabajo histórico. Y al final entendió por qué el funeral de Andrés Pérez se convirtió en una fiesta. Pérez dio amor y la gente lo quiso. Y cuando Ana trató de contar su historia, quienes habían estado próximos a él la quisieron también a ella. Un hombre que fue capaz de producir amor y cariño después de su propia muerte es alguien a quien se puede considerar un Cristo, un Cristo homosexual e intranscendente, un hombre de teatro en todos los sentidos de la palabra, y un hombre cuya vida y obra permite también releer un capítulo de la historia contemporánea de Chile desde uno de sus interiores.

José A. Sánchez