Chantal Anne Akerman (Bruselas, 6 de junio de 1950-París, 5 de octubre de 2015) fue una directora de cine belga, artista y profesora de cine en la European Graduate School. Sus películas están basadas en observaciones sobre la vida cotidiana, la identidad femenina, la necesidad de comer, la sexualidad, el aislamiento, el judaísmo y la política de exclusión en el siglo XX. Se dio a conocer a un público masivo con la película Jeanne Dielman, 23 quai du Commerce, 1080 Bruxelles en 1975, donde ejemplifica su modo de evadir la narrativa convencional mediante la elipsis. En 2023 fue elegida como la mejor película de la historia del cine por la revista Sight & Sound que publica el British Film Institute cada 10 años. En los últimos años destacó asimismo por la escritura.
Se ha asociado el cine de Akerman con el caminar, es un cine muy cinético. En ese punto se le puede emparejar con Godard o Wenders, aunque su cine sea más despojado. Es el suyo un modo de transitar muy vasto, pues además de los desplazamientos fílmicos de la autora, sus personajes atraviesan diferentes espacios, incluyendo el que separa los hechos de la vida cotidiana con las fantasías; lo normal en ese tránsito puede pasar a ser inquietante y desde luego lleno de imaginaciones, ya desde su primer mediometraje, en donde la protagonista juega y canta y se mueve en su casa, pero donde parece que la ficción se inclina a la catástrofe tras una brusca ruptura (se ha hablado de lo «cotidiano hiperrealista en Akerman).
Chantal Akerman vuelca en sus filmes intimidad, precisión expresiva y rigor, con una voluntad creadora que se mueve inseparablemente en los territorios de la ficción y del documental, pues funde esos dos registros con una naturalidad original, dotando al relato de realismo y de poesía.
Correspondencias, cuadernos de viaje… Su vagabundeo está relacionado con el tema del exilio, esto es, del peregrinaje, la huida o la destrucción. En España se ha publicado el álbum Exilios (Intermedio, 2011), con cuatro películas suyas, donde va recogiendo huellas de vidas distintas viajando por todo el mundo: por Rusia, Ucrania y Polonia, en Del Este, 1993, donde casi sin relato alguno da cuenta de una honda monotonía; por la Norteamérica sureña, Sur (1999), y su racismo mostrado en las consecuencias y ecos de un asesinato; por el norte conflictivo de México, fronterizo con Estados Unidos, Del otro lado (2002); por Israel, Allá (2006), y concretamente en Tel Aviv, donde se describe la espera y el silencio: en esta ciudad la protagonista se encierra en un piso para describir la situación israelí indirectamente, a través del paso de las horas de una mujer que habla por teléfono y da datos dispersos sobre su vida, mientras la cámara ofrece vistas de los edificios de enfrente y de sus habitantes habituales. Su cuarteto es una muestra de la peregrinación y el vacío modernos.
Esta visión medio en fuga repercute en su modo de contar las relaciones amorosas: no solo en los malos encuentros, de su filme experimental Je, tu, il, elle (1974), sino ya en Las citas de Anna (Les rendez-vous d’Anna, 1978), en Toute une nuit (1982) o en Nuit et jour (Noche y día, 1991). Los encuentros, en muchas ocasiones, conducen al retiro.
Y ahí está el tema de la soledad. La propia directora hace de protagonista en L’homme a la valise (1983), y se recluye durante semanas en un habitáculo minúsculo (como ya hizo en Saute ma ville) donde vive, se refugia y vigila lo que ocurre en el exterior: sus vecinos vienen a ser representantes del mundo.
El viaje vital, azaroso y a veces esperanzado, puede con todo asociarse al periplo romántico: así sucede con Akerman, aunque parezca muy contemporáneo y poco sentimental. Entre sus referencias parecen encontrarse el pintor Edward Hopper y artistas como Warhol, además de Godard. Pero Akerman hace de sus silencios y de los planos quietos un lugar de espera de notable belleza, y claramente vivos, abiertos a cierta ironía dentro de un mundo de monotonía impuesta.
Su mundo en parte es una reflexión a partir de su vida. Akerman prefiere mostrar a personajes que están en vías de llegar a ser ellos mismos, pero que aún son informes (como sucede en Noche y día). Un filme abiertamente autobiográfico es Portrait d’une jeune fille de la fin des années 60 à Bruxelles (1994), donde desarrolla con claridad esa visión de la pre-madurez. Ella constata lo que ‘hay’ en este momento fugaz. En un autorretrato para la TV Chantal Akerman par Chantal Akerman (1996), decía al final: «Mi nombre es Chantal Akerman. Vivo en Bruselas; es verdad. Es verdad.»
