(Belgrado, 1946)
Marina Abramović ha redefinido el lenguaje del arte contemporáneo desde su irrupción en la década de 1970. Conocida como “la abuela del arte de la performance”, Abramović ha hecho de su cuerpo un espacio de experimentación, confrontación y transformación, explorando los límites físicos, emocionales y psicológicos tanto del artista como del espectador. A través de acciones a menudo radicales y desafiantes, ha convertido su obra en una reflexión visceral sobre la resistencia, la vulnerabilidad y la dimensión espiritual de la existencia humana.
En una época marcada por las convulsiones políticas y sociales de la posguerra en Yugoslavia, Abramović emergió con un arte que rechazaba las formas tradicionales y buscaba una conexión directa con el público. Entendió la performance como una vía para escapar de los límites del lienzo y del marco tradicionales, buscando en cambio la energía inmediata del momento presente. Sus primeras obras, como Rhythm 10 (1973), ya apuntaban a un diálogo entre cuerpo y objeto, dolor y ritual, en el que la artista se ponía en riesgo físico. Esta tensión entre la autonomía del cuerpo y su sujeción a los límites externos es un tema recurrente a lo largo de su trayectoria.
La colaboración con Ulay, su compañero creativo y sentimental durante doce años, dio lugar a algunas de las obras más impactantes del arte contemporáneo. En piezas como Relation in Time (1977) o The Lovers (1988), en la que la pareja caminó desde los extremos opuestos de la Gran Muralla China para despedirse, Abramović y Ulay exploraron las dinámicas de la intimidad, el poder y la separación. Su obra conjunta se construyó como un relato de interdependencia, donde la fragilidad humana se convierte en un espejo para el público.
Con los años, Abramović ha profundizado en una exploración espiritual que trasciende el dolor físico para situarse en el ámbito de la energía y la contemplación. The Artist Is Present (2010), presentada en el MoMA de Nueva York, se convirtió en un fenómeno global al reunir a miles de espectadores dispuestos a compartir una mirada con la artista. Esta obra, aparentemente sencilla pero extraordinariamente profunda, ilustró el poder de la presencia y el potencial transformador de la conexión humana sin palabras.
El impacto de Abramović no se limita a sus obras, sino que se extiende a su labor pedagógica y a su defensa de la performance como disciplina central del arte contemporáneo. Con la fundación del Marina Abramović Institute (MAI), la artista ha asegurado que las futuras generaciones sigan explorando los límites del cuerpo, la mente y el espíritu en el contexto del arte.
Abramović había visitado anteriormente Barcelona, pero fue precisamente en el Liceu donde presentó su primer trabajo: 7 Deaths of Maria Callas (marzo de 2023). El carácter autobiográfico de su obra, alimentado por el sufrimiento inherente a sus desilusiones y dramas amorosos, encontró una resonancia particular en la vida de Maria Callas (1923-1977).
Marina Abramović ha convertido su vida en una obra de arte en sí misma. Con una mezcla de valentía y vulnerabilidad, ha iluminado los rincones más oscuros de la condición humana y nos ha ofrecido una experiencia artística que, más allá de lo estético, es profundamente transformadora. Su arte, a la vez inquietante y liberador, nos invita a mirarnos desde una nueva perspectiva, a habitar nuestro cuerpo con consciencia y a comprender la energía que nos conecta con el mundo. Con cada obra, Abramović nos recuerda que, como espectadores y como seres humanos, también somos creadores de nuestro propio significado.
