Nació el 24 de noviembre de 1934 en San Francisco, California y comenzó su formación formal en danza en la década de 1950, estudiando bajo la tutela de figuras destacadas como Martha Graham y Merce Cunningham. Sin embargo, fue en la década de 1960 cuando Rainer emergió como una figura central en la escena vanguardista de Nueva York, donde co-fundó el innovador Judson Dance Theater.
En este emblemático lugar, Rainer desafió las convenciones de la danza tradicional, evitando la narrativa y la técnica virtuosa a favor de un vocabulario de movimiento más accesible y popular. Su coreografía, caracterizada por su cruda fisicalidad e incorporación de gestos cotidianos, rompió las barreras entre el arte y la vida. Obras como «Trio A» (1966) ejemplifican el enfoque radical de Rainer, despojando la danza hasta sus elementos básicos y poniendo de relieve la política inherente del cuerpo.
Además de sus contribuciones al mundo de la danza, Rainer logró avances significativos en el ámbito del cine experimental. Su transición al cine en la década de 1970 marcó un nuevo capítulo en su evolución artística, permitiéndole explorar temas de feminismo, sexualidad y disidencia política con una mirada renovada. Películas como «Vidas de intérpretes» (1972) y «Privilegio» (1990) muestran la aguda inteligencia de Rainer y su crítica incisiva de las normas sociales, desafiando a los espectadores a confrontar las complejidades del poder y la identidad.
Yvonne Rainer desarrolla su propia filosofía artística con un compromiso inquebrantable con los principios feministas. A lo largo de su carrera, ha sido una defensora vocal de la igualdad de género y la justicia social, utilizando su arte como plataforma para el activismo. En obras como «Mujer en guerra» (1991), Rainer interroga la representación de las mujeres en los medios de comunicación y la cultura popular, exponiendo las formas en que las estructuras patriarcales perpetúan la desigualdad y la opresión.
Yvonne Rainer tiene una gran influencia, tanto en artistas del mundo de la danza y el cine, como en los ámbitos de la academia y el activismo. En 1965 presenta su innovador manifiesto, «No Manifiesto» (1965), que ha día de hoy sigue siendo un referente y fuente de inspiración para la creación de obras contemporáneas.
