Emile Durkheim, francés de origen judío es considerado uno de los sociólogos más influyentes del siglo XIX y principios del siglo XX.

Nació en Epinal, el 15 de abril de 1858 y creció en una familia judía de la cual con el tiempo se alejaría del judaísmo y comenzaría a interesarse por la filosofía y la ciencia, dando lugar a que, en 1879, ingresase a la École Normale Supérieure en París, donde estudiaría filosofía y sociología. Tras graduarse enseñó filosofía en varias escuelas y universidades, siendo una de ellas la Universidad de Burdeos, donde pasaría a fundar el primer departamento de sociología en Francia y estudiar empíricamente la sociedad y la cultura.

Entre sus aportaciones más importantes destacan su trabajo en la teoría sociológica y la metodología, y su enfoque en la importancia de la religión y la moral en la sociedad, lo cual pasaría a influir en el pensamiento sociológico y en muchas otras disciplinas.

Uno de los temas centrales en la obra de Durkheim fue la importancia de la solidaridad social que desarrolla en su obra «La división del trabajo social» (1893). Para Durkheim la sociedad es más que la suma de sus partes individuales, y sostiene que la división del trabajo es un elemento fundamental en la organización social, donde la especialización y diferenciación de las tareas en una sociedad moderna contribuyen a la formación de una estructura social compleja y cómo esto influye en la forma en que las personas se relacionan entre sí.

Describe la solidaridad social como la fuerza que une a los individuos en una sociedad y que juega un papel crucial para la supervivencia y la cohesión de esta. Así mismo habla de dos tipos de solidaridad, la solidaridad mecánica que es típica de las sociedades tradicionales en las que la gente comparte creencias, valores y roles similares, y la cohesión social se basa en la similitud; y la solidaridad orgánica que es característica de las sociedades modernas en las que las personas se especializan en diferentes roles y tareas, y la interdependencia se basa en la complementariedad, aquí la división del trabajo social tiene un efecto positivo, pues se promueve la cooperación y la interdependencia entre los individuos en una sociedad compleja. Sin embargo, también deduce que la división del trabajo en exceso puede llevar a la anomia, que es una falta de normas y valores compartidos, lo que puede socavar la cohesión social y generar conflictos.

Éste también estudió la religión y la moralidad, para Durkheim la religión y la moral son instituciones esenciales que contribuyen a la estabilidad y el orden social, proporcionando una fuente de cohesión social y sentido de comunidad a los miembros que formen parte de ella y que compartan los mismo principios e ideales, todo esto lo expone en su obra más famosa, «Las formas elementales de la vida religiosa» (1912).

También hizo importantes contribuciones a la metodología sociológica, siendo uno de los primeros sociólogos en utilizar métodos empíricos para estudiar la sociedad, pues para él la sociología debía basarse en la observación y la recolección de datos empíricos, en lugar de en la especulación filosófica, por lo que el mismo desarrolló técnicas estadísticas para analizar los datos que recababa y que en un futuro serían las bases para la sociología empírica moderna.

Así mismo, fue considerado un defensor activo de la educación pública y laicidad del estado, pues creía que la educación pública era esencial para la formación de una sociedad justa y equitativa, y que esta debía ser accesible para todos los ciudadanos, independientemente de su origen o estatus social.

Tras su muerte el 15 de noviembre de 1917, a los 59 años, debido a un ataque al corazón, éste dejaría un legado duradero en la sociología y en muchas otras disciplinas, influyendo en la teoría y la práctica de muchas áreas, incluyendo la psicología social, la antropología, la criminología y la ciencia política.

Material de realización propia, Oumaima Zahiri Tahout-