Comisión de Cultural – Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de Ciudad Real
Gaspar Melchor de Jovellanos
Yo no sigo un partido, sino la santa y justa causa que sostiene mi patria
Nació el 5 de enero de 1744 en Gijón, en una familia culta de sentimientos patrióticos; siendo el décimo hijo del matrimonio formado por Don Francisco Gregorio de Jovellanos y Doña Francisca Apolinaria Jove Ramírez.
En su tierra natal estudió sus primeras letras y la Gramática Latina; y más tarde, filosofía en Oviedo. Posteriormente, en Ávila, empezó la carrera de Leyes y Cánones, lo que le concedió una beca para estudiar en el colegio de San Idelfonso en Alcalá. Jovellanos con una primera tonsura, se inclinó inicialmente hacia la carrera eclesiástica, por consejo familiar; pero finalmente se decidió por la judicatura. Siendo su primer cargo, alcalde de la sala del Crimen de la Real Audiencia de Sevilla.
Tuvo también asiento en la Sociedad de Amigos del País, introduciendo: escuelas y mejoras en el campo de la agricultura (donde cosechó éxitos). Este periodo estuvo marcado por el impulso reformista del reinado de Carlos III. Por propuesta del mismo monarca, elaboró una de las reformas más importantes, la Ley de la Reforma Agraria.
Fue expulsado de Madrid y se le nombró embajador en Rusia, más tarde ministro de Gracia y Justicia por Godoy; su visión reformista de los problemas legislativos, se enfrentó con las nuevas orientaciones políticas, por lo que, fue destituido al cabo de unos pocos meses.
La persecución contra los ilustrados desencadenada en 1800 provocó su arresto, y en 1801 fue encarcelado en el castillo de Bellver y en la Cartuja de Valldemosa. Tras ser puesto en libertad por José Bonaparte en 1808, prosiguió su labor política formando parte de la Junta Central hasta 1810. De regreso a Gijón, falleció en el asturiano puerto de Vega el 29 de noviembre de 1811.
Aportaciones.
Principal promotor de las Cortes de Cádiz, líder intelectual de su generación, escritor, economista, político, pero sobro todo reformador y hombre de Estado.
Jovellanos es sin duda una de las figuras más representativas de la Ilustración española. Además de estar convencido de que la ilustración es la base de toda prosperidad social distingue entre la soberanía, que es quien detenta el poder, es decir, el gobierno soberano; y la supremacía, que es quien posee la legitimidad última, o el pueblo. Por tanto, piensa que la economía es la ciencia de la política, pero, está en contra de algunas interpretaciones de Adam Smith, ya que cree en la necesidad de intervención del Estado junto con la libertad de mercado.
Obras.
La obra de Jovellanos es prolífica y variada, suele dividirse en sus creaciones literarias y artísticas. Su producción literaria abarcó el teatro, aunque su interés como dramaturgo era escaso, y en poesía, en cambio, alcanzó relativo éxito.
Su gusto artístico y sensible caracteriza estos escritos de carácter técnico o político que pese a versar sobre temas que a priori podrían resultar áridos y serios gozan de una gran viveza y de un gran colorido.
Jovellanos fue un hombre culto, que se caracterizó siempre por un hondo patriotismo y una gran preocupación por los distintos problemas de España, lo que le llevó a reflexionar sobre la reforma de las instituciones y costumbres vigentes. Su visión en este sentido fue tan penetrante que muchos de sus análisis siguen teniendo validez, como las ideas expuestas en su Informe sobre el Expediente de la Ley Agraria (1795), que propone al Rey una reforma profunda del campo español que contribuya a la recuperación de la economía nacional que redundarán en la prosperidad económica de la nación.
Cabe destacar también su Memoria para el arreglo de la policía de espectáculos y diversiones públicas (1790), donde recoge los hechos y noticias sobre espectáculos y diversiones públicas de las respectivas provincias de España a lo largo de su historia; también el Reglamento del Colegio Imperial de Calatrava, a juicio de algunos, el plan de más logrado que hasta entonces hubo en Europa; y la Memoria sobre educación Pública
