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Un cuento de cine (2005)

Reseña de la película de Hong Sangsoo

 Un cuento de pasión y soledad que se duplica a sí mismo en una estructura de cine dentro del cine. El encuentro de amor y muerte narrado elípticamente en la primera parte es leído y a veces mimetizado en un segundo encuentro en la supuesta vida real entre dos personajes para quienes el amor sólo es pasión y huida y la muerte dolor y amenaza. La realidad dentro del cine no es más real que el cine dentro del cine, aunque la soledad que rezuma está cargada de desesperanza.

La primera parte está construida en torno a la torre de comunicaciones de Seúl, que actúa como antorcha que ilumina a los personajes. La torre es el lugar desde el que emana y a través del cual es posible la comunicación a distancia, la comunicación entre solitarios. Es el lugar de la “religio”; de ahí su omnipresencia; aunque es una religión intrascendente. Bajo la torre, los ciudadanos de Seoul se agitan. La supervivencia en esta sociedad ya no consiste en comer y vestirse, sino en ir satisfaciendo deseos: comprar una guitarra, realizarse como cineasta, vivir un amor de película… Pero cuando estos deseos son puestos en perspectiva, ninguna excusa queda para evitar la muerte, incluso para no buscarla.

La película dentro del cine es un cuento bastante sencillo. Sangwon, un joven apocado e incapaz de tomar decisiones, se encuentra con una antigua compañera del instituto, a la que ve como dependienta en una óptica, y la invita a cenar. Mientras la espera, entra en un teatro para ver una representación lacrimógena de La madre. que probablemente condicionará su comportamiento posterior. La cena se prolonga en karaoke y al karaoke sigue un paseo nocturno que acaba en un pequeño hotel de Nansam. Ahí, Sangwon, tras tener la visión de una Eva europea que le ofrece una manzana y mientras intenta por segunda vez en vano penetrar a Yongsil, él le propone a ella que mueran juntos. Lo que sigue es una larga preparación y espera de la muerte. Superada la indecisión y el intento aparente de huida de Sangwon, los dos juntos se enfrenta a una muerte limpia, sin sexo. Después de ducharse, ingieren gran cantidad de pastillas. Y esperan el amanecer. Yongsil vomita. Sangwon en cambio, no despierta. Ella llama a su familia y el padrastro acude en su ayuda. Por el modo en que mira e imagina a la enfermera, resulta evidente que Sangwon no quería a Yongsil, que era una más en la serie de pequeños deseos. Su madre le conoce bien y lo humilla delante de sus hermanos y su padrastro. En una reacción adolescente, Sangwon decide subir a la azotea para suicidarse. Pero queda claro que no se atreve.

La música que se escucha sobre el sol (que ha sustituido a la torre de comunicaciones) visible desde la azotea, se prolonga en la música que se escucha en el interior de la sala de proyecciones del que sale primero la actriz Yongsil y después Tongsu, hablando por teléfono. Tongsu acaba de ver la película que nosotros también hemos visto, y alguien le acaba de llamar para decirle que el director Yi está muy enfermo y que se va a organizar una cena de amigos para contribuir a los gastos del hospital. Mientras espera, Tongsu encuentra a un amigo, que le invita a comer con su familia. Los recuerdos anecdóticos sorprenden a la pareja, tanto como el comportamiento egoísta de Tongsu, que en su alergia a lo familiar comienza a comportarse como un “monstruo”. El encuentro con la actriz Yongsil es precedido por una persecución al ritmo de la marcha Radetzky y se produce como una repetición de la secuencia de la película. La consecuencia es similar: los dos se encontrarán por la noche, aunque no solos, sino rodeados de amigos de Yi. Durante la espera, Tongsu sube a la torre de comunicaciones, aunque no se ve lo que él ve. Y en el restaurante, sufre la humillación de sus compañeros, que le echan encara su debilidad con la bebida antes de que él dé pie a ser acusado. La llegada de Yongsil es antiespectacular, como si entrara por la puerta de artistas de un viejo teatro. Y su karaoke repite con lágrimas el de la película en la primera parte. Tongsu intenta seguirla, pero ella se escabulle y sus amigos le cuentan una ficción sobre cicatrices en las partes íntimas de la actriz, que se completa con la alusión a la cojera de uno de ellos. Poco más tarde, Tongsu acude al hospital y se encuentra en la puerta con Yongsill. Ella le informa que quizá Yi muera esa misma noche, y deciden ir a un restaurante para seguir bebiendo y comiendo. La ficción se vuelve sobre sí misma y Tongsu informa a Yongsil que en realidad el corto de Yi se basa en un episodio de su propia vida. Esto hace más patético al personaje, pero le da pie a forzar la noche de sexo con Yongsil. Esta vez el hombre no sufre impotencia. Pero su amor es más desapasionado que el de Sangwon: es animal, obsesivo. Yongsil le abandona de madrugada para visitar a Yi. Él la sigue poco después. Se encuentran por última vez bajo la estatua del ángel y ella le abandona tomando un taxi. En la penúltima secuencia, Tongsu encuentra a Yi. Los dos hombres se enfrentan a la muerte: Yi (Sangwon) con miedo y dolor físico; Tongsu con rabia y desconcierto. ¿Quién está más muerto? En la secuencia final, Tongsu pasea solo por las calles de Seoul. Ya no hay esperanza: ha desaparecido el último consuelo, el de los cuentos que el cine nos cuenta. Sólo queda la soledad y la espera.

José A. Sánchez

 

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