«Prosperidad sin Crecimiento» (Prosperity without growth) fué seleccionado como uno de los libros del año por el, nada-sospechoso-de-radicalidades, Financial Times; lo cual no es mala carta de presentación.
Su autor, el profesor Tim Jackson, plantea la urgencia de encontrar una alternativa al crecimiento económico meramente material (léase incrementos del PIB) como única opción de futuro para la especie humana en el marco de una planeta finito. El libro trataría de responder a la metafísica pregunta de si es posible ser feliz sin depender de un consumismo desenfrenado y esquilmador de recursos. La obviedad de la respuesta parece hacer innecesaria la pregunta. Creo que todos estaríamos de acuerdo en que la riqueza no da la felicidad, superado un umbral mínimo de subsistencia biológica. Sin embargo, nos desvivimos por aumentar permanentemente nuestra riqueza. El autor nos transmite la idea de que no somos más prósperos por ser más ricos pues, «al final del día la prosperidad va más allá del placer material. Transciende las preocupaciones materiales. Reside en la calidad de nuestras vidas y en la salud y felicidad de nuestras familias. Se halla presente en la fortaleza de nuestras relaciones y en la confianza en nuestra comunidad. Se evidencia en la satisfacción con nuestro trabajo y en el compromiso con un significado y objetivos compartidos. Se transmite en nuestro potencial para participar plenamente en la vida de la sociedad». El modelo occidental de felicidad tiene mucho que ver con el consumo posicional, el cual añade muy poco o nada a la felicidad individual pero contribuye enormemente al agotamiento de los recursos.
La prosperidad bien entendida no deberían ser más toneladas per cápita de un montón de gadgets, sino calidad relacional; en otras palabras, sentirse apreciado y comprometido con el entorno en el que se vive. El autor se apoya en el enfoque de capacidades de Sen para identificar la prosperidad con las capacidades para crecer integralmente como seres humanos; a saber: salud nutricional, esperanza de vida y participación en la sociedad).
Puede que, como nos advierte el propio autor, la propia opulencia nos haya traicionado de tal manera que, como especie, hemos confundido lo que importa de lo que reluce.