Quiropráctica o mueve el esqueleto

En una entrega anterior, hablé de las flores de Bach y decía que no había centro naturópata que se precie que no venda las falsas esencias curativas. Hoy me meto con la quiropráctica, prima de la osteopatía, y es difícil no relacionarlas erróneamente con la fisioterapia. Y en este punto, parte de la culpa la tienen algunos centros de fisioterapia que utilizan a la quiropráctica y a la osteopatía no sé si como reclamo publicitario en sus folletos y carteles, o porque aplican estas peligrosas pseudoterapias, dándole así visibilidad y cierta credibilidad.

La quiropráctica se ha trabajado bien su imagen y se asocia rápidamente, como decía, con la fisioterapia y parece, incluso, una terapia fiable. Pero cuando uno va un poco más allá y comprende los principios de esta pseudoterapia, no debería más que salir huyendo del quiropráctico por mucho que te digan tus vecinos que tiene unas manos que te dejan nuevo. Veamos por qué. El inventor fue el canadiense Daniel Palmer, apicultor y tendero, apasionado del espiritismo y de la anatomía quien, al parecer, a finales del siglo XIX, curó de la sordera a un conserje manipulándole la espalda mediantesubluxaciones para redirigir la ya consabida energía vital.

Esta técnica se apoya en la kinesología, que se vende como el estudio “científico” del movimiento de cuerpo humano desde un punto de vista físico, y se diferencia de la fisioterapia, según los “expertos”, en que el quinesiólogo evalúa el movimiento y actúa en consecuencia, cosa que, al parecer, el fisioterapeuta no. La diferencia fundamental es que el segundo tiene una formación especializada y científica y el primero vende humo. Pues esta kinesiología está más relacionada con la auriculoterapia, la reflexiología y el vudú que con la fisioterapia seria. Existen calcetines de reflexiología que son un mapa de dónde debemos dar los masajes en la planta del pie para conseguir efectos terapéuticos milagrosos. Siempre me pregunto para cuándo unos calzoncillos/bragas/tanga de reflexiología. En el caso de la quiropráctica, la representación del organismo no se ubica ni en la oreja ni en la planta del pie, sino en la columna vertebral. Pues según los quiroprácticos, al manipular la columna se consigue equilibrar al individuo y curar la enfermedad.

No obstante, los riesgos son altos. Si bien un masaje nos hará sentir bien, la manipulación quiropráctica con movimientos violentos, giros de cuello y espalda por personas sin preparación ni conocimientos anatómicos o de fisioterapia, puede llevarnos rápidamente al hospitalcon una luxación, una vértebra rota o, incluso, un derrame cerebral como está documentado en la literatura científica. El caso más famoso es el del actor Kevin Sorbo, que en los noventa protagonizaba la serie de televisión “Hércules”, quien tras una visita a su quiropráctico sufrió un aneurisma y tres trombos. Seguramente tuvo que ir a un médico de verdad a que le arreglaran el desaguisado.

Publicado en Diario Sanitario el 26 de septiembre de 2016.